LAS PROFECÍAS

 

Una profecía es, en la primera acepción del Diccionario de la lengua de la Real Academia Española, un "don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras".


Podría considerarse la existencia de diferencias entre los términos "profecía" y "predicción". El Diccionario de la lengua española señala que "predecir" significa "anunciar por revelación, ciencia o conjetura algo que ha de suceder". Por lo tanto, la "predicción" puede involucrar un don sobrenatural, un proceso lógico-racional, o un juicio subjetivo basado en indicios u observaciones. Por el contrario, la mayoría de las acepciones referidas a la palabra "profecía" señalan que se trataría de un "don sobrenatural", es decir, que sería "inspirada por Dios". Así, se sitúa a las profecías mayormente en el ámbito de la fe, sin ligarlas necesariamente a un razonamiento en la previsión del resultado predicho.

Las religiones de la antigüedad hicieron referencia a hombres "inspirados" que afirmaban hablar en nombre de su dios. Pero en las grandes religiones monoteístas (Judaísmo, Cristianismo, Islam), las manifestaciones extraordinarias nunca constituyen lo esencial en los profetas, que se distinguen claramente de otros exaltados o simuladores por tener simplemente carácter de "mensajeros". Las profecías eran, pues, consideradas simples indicadores del designio de Dios.

Las profecías en Israel y en el Cristianismo Primitivo


En la tierra de Israel, los profetas se diferenciaban de los existentes en otros pueblos, por tener los siguientes rasgos:

1) Eran llamados por Dios, y varios de ellos narran con claridad su vocación, e inclusive su reticencia inicial a seguir el llamado. Son, por lo tanto, hombres que tienen "una experiencia de Dios": hablan a partir de lo que vivieron ellos.

2) Eran hombres de palabra. No se dedicaban a "adivinar". Interpretaban la historia desde la perspectiva de Dios, y así señalaban las exigencias de Dios, tanto al pueblo como a los gobernantes y sacerdotes, para llevarlos por la senda del arrepentimiento y del amor.

3) Eran profundamente religiosos: sus palabras eran en todo coherentes con sus obras.

4) Eran intercesores por el pueblo delante de Dios. Por eso, una de las tres partes de la Biblia hebrea es llamada "nebi'im" (= profetas).

Siendo estos el carácter y la función de los profetas, no es de extrañar que la Biblia ponga a Moisés a la cabeza del linaje de los profetas, pues conoció al Señor Dios "cara a cara" (Deuteronomio 34, 10). Son ejemplos importantes de profetismo los profetas Elías y Eliseo, y los profetas "canónicos" Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Oseas, Miqueas, Sofonías, Nahúm, Habacuc, Ageo, Zacarías, Malaquías, Abdías, Joel, etc.

La comunidad cristiana primitiva reconoció que en ella se manifestaba nuevamente la inspiración profética, como señala explícitamente San Pablo: "El que profetiza habla a los hombres para edificarlos, exhortarlos y reconfortarlos... El que profetiza edifica a la comunidad" (I Corintios 14, 3-4).

La característica común de las profecías que sobreviven al paso del tiempo es que han sido determinadas como tales después de que ocurrieron los hechos. Por ejemplo, en el Nuevo Testamento Jesús de Nazaret señalaba que el Templo de Jerusalén sería destruido (Mateo 24, 1-2) lo que, efectivamente, sucedió en el año 70 d.C. a manos de las legiones romanas comandadas por Tito.

Artes adivinatorias


El término "profeta" se aplica en sentido estricto en el ámbito de la fe y se refiere, como se señaló anteriormente, al que transmite la palabra de Dios

Retrato de Nostradamus
En un sentido más amplio, se puede considerar una profecía a un "juicio o conjetura que se forma de algo por las señales que se observan en ello". Se trataría de una afirmación clarividente sobre el futuro, en general; a veces consideradas como un viaje no físico a través del tiempo. Este otro tipo de llamadas "profecías", pueden tener como marco las artes adivinatorias, como es el caso de las Centurias de Nostradamus

Otras profecías tradicionales en las grandes religiones monoteístas, son por ejemplo la profecía de los Papas de San Malaquías, o las profecías apocalípticas, que tienen como tema principal el fin del mundo o Armagedón.